jueves, 30 de octubre de 2014

Entrevista a María Simma, por Nicky Eltz. Capítulo 3

María Simma



3. EL PURGATORIO

—Ahora, por favor, ¿qué es exactamente el purgatorio?

—El purgatorio es un lugar y un estado que toda alma experimenta cuando todavía necesita expiar y reparar los pecados cometidos a lo largo de su vida antes de poder reunirse con Jesús en el Cielo. Hoy en día se enseña muy poco acerca del purgatorio y esto lleva a alimentar la curiosidad de muchos que, por su cuenta y sin ninguna guía espiritual, caen fácilmente en el ocultismo. Suele decirse que el purgatorio es solamente un estado. Pero esto es solo parcialmente cierto, puesto que ciertamente también es un lugar. Es también un tiempo de espera en donde las almas ansían llegar a Dios. Este deseo de llegar a Él es su mayor sufrimiento. Todas las benditas ánimas lo experimentan, sin importar en el nivel en que se encuentren.

Existen tres niveles principales en el purgatorio y yo me comunico con las almas que necesitan relativamente poco para llegar al Cielo. Creo que esto es así por dos razones.

La primera se debe a algo de lo que me di cuenta cuando me invitaron a una casa; su dueño acababa de perder a su mujer recientemente y sucedían cosas extrañas por la noche. Accedí a pasar una noche para ver si podía ayudar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a escucharse fuertes golpes en el vestíbulo. Entonces, como hago habitualmente, pregunté: "¿Qué puedo hacer por ti?". Los ruidos se hicieron más y más fuertes hasta que repentinamente apareció un animal inmenso que no había visto nunca antes y justo detrás vino una gran serpiente, que rápidamente devoró al primer animal. Luego toda la escena desapareció. Me debí asustar porque estaba sudando. Tiempo más tarde le describí lo que había ocurrido a una persona que sabe mucho de estos sucesos y él consiguió identificar al primer animal; se trataba de un hipopótamo, que simboliza un corazón duro. Esto no significa que la mujer se encontrara en el purgatorio en forma de hipopótamo; tan solo fue la manera de que yo lo comprendiera todo con más claridad. Tras haber hablado largo y tendido con el viudo, pronto supe que su mujer le había guardado rencor a otra mujer durante más de treinta años, a pesar de que la otra mujer había querido la paz entre ellas. Al negarse a perdonarla le mereció el estado más profundo del purgatorio, de donde yo no podía ayudarla a salir aún.

La segunda razón, creo, por la que generalmente me comunico con las almas del nivel más alto del purgatorio tiene que ver con un diario escrito por una princesa alemana en los años veinte. Durante muchos años se comunicó con las almas de los niveles más profundos y muchas de esas descripciones son ciertamente monstruosas y mucho más dolorosas que las que yo he visto.

—¿Hay otras diferencias entre los niveles más altos y los más profundos del purgatorio?

—Satanás puede atacar a las almas del nivel más profundo, pero no puede hacerlo a los que se encuentran en los niveles más altos. Es cierto que se nos pone a prueba mientras estamos aquí en la tierra y que eso cesa al morir. Sin embargo, las almas del tercer nivel, el más profundo del purgatorio, deben sufrir en primer lugar por los pecados que cometieron antes de que las oraciones, las misas y las buenas obras que podamos ofrecer por ellas puedan serles beneficiosas. Y una parte de ese sufrimiento es que continúan siendo atacadas por Satanás.

Los diversos niveles del purgatorio son diferentes de la misma manera que todas nuestras dolencias en la tierra son diferentes. Puede tratarse de la mera inflamación de una uña o hasta de un fuego que puede consumir la totalidad del cuerpo. Este fuego existe solamente en los niveles profundos pero no en los más altos.

—¿Pueden nuestras oraciones evitar que Satanás ataque a las almas de los niveles más profundos?

—Sí, pueden; especialmente cuando se lo pedimos directamente al Arcángel san Miguel y a los otros ángeles.

—Y dentro de estos tres niveles principales, ¿existen más niveles?

—Sí, una gran cantidad, porque cada alma es distinta al llegar allí. Existen grandes sufrimientos y otros dolores pequeños, y entre esos dos extremos, el resto de padecimientos. Probablemente existan en el purgatorio tantos niveles como almas, puesto que, por supuesto, no hay dos personas o dos almas que sean idénticas.

—Cuando las benditas ánimas del purgatorio sufren, ¿experimentan algún tipo de alegría y de esperanza?

—Sí. Ningún alma desea regresar aquí a la tierra porque tienen una noción de Dios mucho más clara que la nuestra. No quieren volver a lo oscuridad en la que vivimos nosotros.

—Entonces, ¿Dios pone a las almas allí para que se purifiquen de los pecados que todavía no han sido expiados o reparados?

—No, se suele enseñar esto de manera incorrecta y este tipo de falsedades puede hacer que muchas personas se alejen de Dios. ¡Dios no las pone allí! Las almas se juzgan y luego se asignan ellas mismas el nivel apropiado. Son ellas quienes desean purificarse antes de reunirse con Dios. Es muy importante para nosotros tomar conciencia de esta verdad tan concreta sobre el amor de Dios.

—Entonces, ¿somos nosotros quienes reconocemos que todavía no estamos puros y debemos por lo tanto purificarnos en el purgatorio?

—Sí, así es.

—¿Las almas en el purgatorio se rebelan alguna vez contra su condición? ¿Son pacientes o hay alguna que no acepte el estado en el que se encuentra?

—No, son pacientes y quieren sufrir, pues saben que a través del sufrimiento expían y enmiendan sus faltas. Se purifican para llegar limpias ante Dios, de una manera completamente resplandeciente. Cuanta más purificación y reparación hagan, más limpias llegan a estar.

— ¿Los sufrimientos del purgatorio son mayores que los de la tierra?

—Si tomamos todo en cuenta, son mayores y, a veces, mucho mayores, en especial en el tercer nivel. Sufren más espiritualmente que nosotros.

Cuando una vez le pregunté a un alma cómo era su sufrimiento, me dijo que era uno muy particular. Por ejemplo, un padre perezoso que no trabaje para sacar a su familia adelante, y que por ese motivo, su mujer e hijos lleguen a pasar calamidades, tendrá que trabajar mucho en el purgatorio. Y su sufrimiento corporal será mucho mayor que el correspondiente a un trabajo en la tierra. Pero nuestros padecimientos aquí, a pesar de ser menos severos, valen muchísimo más para borrar nuestros pecados que aquellos en el purgatorio.

—Si el purgatorio es también un lugar, ¿es posible que aquí en la tierra existan ciertos lugares en los que las benditas ánimas pasen el tiempo?

—Sí, al parecer se reúnen generalmente alrededor del altar o en el lugar en donde murieron. Una mujer que conocí en Liechtenstein lograba verlas solamente alrededor del altar y cuando ya no estaban allí sabía que ya se habían ido al Cielo.

Las almas no vienen a mí, o a nosotros, del purgatorio, sino que vienen con el purgatorio. No se trata de un lugar sino de muchos lugares distintos; no se trata de un estado, sino de distintos estados.

—Si se trata de muchos lugares o un lugar grande, ¿son el Cielo y el infierno también lugares?

—Sí, mi director espiritual me hizo preguntar acerca de esto y la respuesta fue: "Es incorrecto lo que muchos teólogos enseñan hoy en día al decir que el Cielo, el purgatorio y el infierno son solamente estados. Son también lugares".

—La diferencia de tiempo que deben pasar las almas allí, antes de entrar en el Cielo, ¿es muy amplia entre un alma y otra?

—Sí, es muy amplia. Algunas están simplemente media hora y otras, el resto del tiempo, hasta el último día. El promedio, dicen las almas, es de cuarenta años.

—Entonces, ¿habrá un último día?

—Sí.

—¿Puede un alma del purgatorio ver y comunicarse con otros a su alrededor?

—Siempre son conscientes de la presencia de otras almas y saben que no están solas cuando han actuado muchas juntas para hacer algo, pero rara vez se comunican unas con otras.

—María, ¿pueden leer?

—Sí, pueden; leen espiritualmente. Esto lo sé porque cuando vienen a mí no tengo que leerles los nombres o las preguntas que tengo preparadas, simplemente las toman del papel.

—¿Cuánto saben de sus familias?

—Diría que prácticamente todo. Nos ven todo el tiempo. Escuchan cada palabra que pronunciamos sobre ellas y saben lo que sufrimos. Pero no conocen nuestros pensamientos.

Se encuentran presentes en sus propios funerales y saben quiénes están ahí rezando por ellos y quiénes están allí solamente para ser vistos por los demás.

—¿Saben las benditas ánimas del purgatorio lo que va a pasar?

—Sí, saben algo, pero no todo. Me han dicho que va a pasar algo verdaderamente importante, que está a las puertas. Durante muchos años decían que estaba "delante de la puerta" pero desde mayo de 1993 han usado la expresión "a las puertas". Será algo para la conversión de la humanidad. Y a una escala menor me han contado cosas que ocurrieron poco tiempo después. En el verano de 1954 me avisaron de las inundaciones que hicieron tanto daño en esta región. Otra vez también me dijeron que aún había personas con vida bajo la nieve tras una avalancha; así que los equipos de rescate continuaron buscando más tiempo de lo previsto y, en efecto, consiguieron localizar y salvar a esas personas dos días después de que les pidiera que por favor siguieran con la búsqueda.

—Se dice que después de esta vida el tiempo ya no existe, pero por otro lado usted dice que el purgatorio es un tiempo en el que se anhela a Dios. Por favor, explique esto.

—Es correcto afirmar que tras esta vida ya no existe el tiempo; pero cuando nos dicen que un alma debe sufrir determinado tiempo, se refiere a una traducción a nuestro tiempo. Las almas pueden decir que aún deben sufrir más, que no han sido liberadas todavía o que sus sufrimientos han disminuido. Cuando hablan de un tiempo concreto o cuando indican una cantidad de misas, eso simboliza la intensidad y la cantidad de su sufrimiento.

—¿Tienen las benditas ánimas del purgatorio cuerpos como los nuestros o tienen, digamos, un cuerpo espiritual?

—Dicen que no se dan cuenta de que no tienen su cuerpo. Tienen un cuerpo transfigurado y pueden tomar la forma de un cuerpo humano vestido y sano.

—¿Se arrepienten las almas de lo que hicieron mal cuando aún vivían en la tierra? ¿También se arrepienten de lo que no hicieron?

—Sí, mucho. Se arrepienten de las oportunidades que dejaron pasar para hacer buenas acciones por Dios y por el prójimo, y pueden ver los buenos frutos que hubieran resultado de esas acciones. Al morir perdemos la oportunidad de realizar buenas obras. Las almas en el purgatorio ya no pueden cosechar méritos como podemos hacer nosotros.

También se dice que los ángeles nos envidian porque nosotros podemos hacer buenas obras y ofrecérselas a Dios, mientras que ellos no pueden ni tampoco pueden hacer ya más méritos (risas).

—¿Qué ocurre con quien sabe que el purgatorio existe pero sigue con su vida y peca igualmente, pensando que no va a ser tan malo?

—¡Se arrepentirá muchísimo de pensar así! Muchísimo más que los que cometan el mismo pecado sin conocer la existencia del purgatorio.

—¿Cuál es el principal objetivo de todo lo que usted experimenta?

—Dios lo permite para que a través de mi apostolado otras personas entiendan claramente que nuestro tiempo en la tierra es solamente para ganarnos el Cielo. Nuestro objetivo aquí es ser buenos unos con otros y de esta manera reunirnos con Dios, tanto aquí y ahora, como luego en la eternidad. Cumpliendo esto, la vida se vuelve mucho más preciosa para todos y también se ve claramente las vidas absurdas de tantísimas personas. Nos muestra la inmensidad del amor de Dios y que la vida puede ser de una belleza gloriosa cuando trabajamos a su lado. Así que lo que se me da a conocer debería servir para que muchos encuentren una orientación más clara y definitiva a su vida, si desean cumplir la voluntad celestial de Dios y participar de su belleza.

—Y resumiendo, ¿qué es lo que usted misma ha aprendido a lo largo de todos estos años de experiencias tan singulares?

—A amar a Dios con todas mis fuerzas.

sábado, 25 de octubre de 2014

Novena, Rosario y Lamentos de las Almas del Purgatorio


Rosario por las Almas del Purgatorio

Se usa el Rosario que tiene 5 Misterios
y 10 cuentas en cada Misterio.
† Por la Señal de la Santa  Cruz…

Acto de Contrición 
Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan Bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por Tu infinita Misericordia, me haz de conceder el perdón de mis culpas y me haz de llevar a la Vida Eterna. Amén.

En las cuentas grandes:
Dios Te Salve, Reina y Madre, Madre de Misericordia.  Vida, Dulzura y Esperanza nuestra, Dios Te Salve: A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.  ¡Ea, pues, Señora, Abogada nuestra!, vuelve a nosotros esos Tus Ojos Misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, Fruto Bendito de Tu Vientre. ¡Oh, Clemente! ¡Oh, Piadosa! ¡Oh, Dulce, siempre Virgen María!

En las cuentas pequeñas se repite DIEZ VECES:
V:  Por Tu Santo Escapulario, Virgen del Monte Carmelo.
R:  Cúbrelas con Tu Manto y llévalas pronto al Cielo.

Al final de cada Decena se dice:
V:  Dales, Señor, el Descanso Eterno.
R:  Y brille para ellas la Luz perpetua.
V:  Descansen en Paz.
R:  Amén. 

V:
  Su Alma y las Almas de todos los fieles difuntos, por la Misericordia de Dios, descansen en paz.

R:  Amén.
*******

Los Cien Réquiem

En Sufragio de las Almas del Purgatorio

Se usa el Rosario común de cinco decenas,
recorriéndolo dos veces.
 Por la Señal de la Santa  Cruz…

Acto de Contrición
Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan Bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por Tu infinita Misericordia, me haz de conceder el perdón de mis culpas y me haz de llevar a la Vida Eterna. Amén.

En las cuentas grandes:
Padre Nuestro, que estás en el Cielo…

En las cuentas pequeñas se repite DIEZ VECES:
V:  Dales, Señor, el Descanso Eterno.
R:  Y brille para ellas la Luz perpetua. (En la última invocación se añade): Descansen en Paz. Amén. 

Al final de cada Decena se dice:
V:  ¡Almas Santas, Almas Pacientes! Rueguen a Dios por nosotros.
R:  Que nosotros rogaremos por ustedes, para que Dios las lleve a la Gloria.

Sufragio:
Señor Jesucristo, Creador, Redentor y único Remedio de las almas del Purgatorio, pues Tu infinito Amor Te hizo venir a dar la Vida por redimirnos para que gocemos de Tu Gloria: Humildemente Te ofrecemos estas oraciones y súplicas, unidas a Tus Méritos, y a modo de sufragio, para que Te sirvas sacar del Purgatorio el alma de _______, y si no lo ha de menester, las ofrecemos por aquellas Almas más necesitadas y que fuere para mayor honra y gloria de Tu Divina Majestad. Y ya que por sus pecados justamente están afligidas, sean por Tu gran Misericordia perdonadas, pues vale más Tu Preciosa Sangre que sus culpas, pueden más Tus Méritos, que sus penas. Y a Ti, Sacratísima Madre de Dios, Te pedimos como Madre, Abogada y Esperanza nuestra, intercedas por estas almas y hagas que se vea lograda Tu Poderosa Intercesión, para honra y gloria Tuya. Y a ustedes, benditas Almas del Purgatorio, les pedimos que rueguen a Dios nos dé la perseverancia final en la oración y en las buenas obras. Amén.
*******

Novena a las Almas del Purgatorio

(Basada en las Siete Palabras de Jesús en La Cruz)
“… Muchos se encuentran en el Purgatorio, con la certeza de estar salvados para siempre, pero todavía en el sufrimiento purificador, en una posesión de Dios que no es plena ni perfecta… y son ayudados por vuestras oraciones a liberarse de aquellas humanas imperfecciones, que les impiden entrar en el gozo eterno del Paraíso.” [1]
  • La Novena comienza con el rezo del Santo Rosario a la Virgen.

Oración Inicial
Dios y Señor mío, Amorosísimo Salvador y Redentor de las Almas que para sacarlas de la dura esclavitud del demonio, y restituirlas al feliz y dichoso estado de Tu Amistad y de Tu Gracia, tomando la condición de esclavo, quisiste tan afrentosamente Morir Clavado en una Cruz, en medio de dos ladrones, y entre tantos cadáveres sepultados en el Monte Calvario. Atiende Compasivo a los clamores y suspiros que desde la penosa cárcel del Purgatorio, dan las Almas por el tormento que padecen.
Te ruego que en esta Novena, las saques por Tu infinita Bondad y Misericordia de la infelicidad de tan duro calabozo, y las lleves al descanso y delicias de la Gloria. Por todas, Señor, Te pido, pero especialmente por las más desamparadas y olvidadas de los mortales, por aquellas cuyos cuerpos están olvidados en los cementerios de todo el mundo. Y Te suplico, Señor, humildemente, nos saques también a todos los hu-manos de la tiranía a la que nos esclaviza el estado de pecado mortal, y nos concedas lo eficaz de Tu Gracia para que nunca nos apartemos de Tu Divina Voluntad. Amén.

DÍA PRIMERO
Dulcísimo Salvador de las Almas que para facilitarles la difícil subida a la Gloria, con tantas ansias y fatigas quisiste subir con el peso de la Cruz, desde la Calle de la Amargura a lo alto del Monte Calvario: Haz, Misericordiosísimo Señor, por aquel mar inmenso de Lágrimas que derramó Tu Santísima Madre al verte así, tan destrozado y agobiado, que suban las Almas del Purgatorio, desde lo amargo de las penas que padecen, a lo dulce y suave del Monte Santo de la Gloria.
Y a los que con ansias y fatigas, andamos por los valles de este mundo cargados con el peso del pecado, subamos con verdadero dolor y lágrimas al monte de la penitencia. Que merezcamos conseguir, Señor, del raudal inmenso de Tu Misericordia,  lo que Te pedimos en esta Novena, si es para mayor honra y gloria Tuya, y salvación de nuestras Almas. Amén.

Oración Final
 
Amorosísimo Redentor de las Almas, por los Méritos infinitos de Tu Sagrada Pasión y Muerte, por los Méritos de Tu Santísima Madre y por los de todos los Santos, especialmente por los méritos de Santa Helena en el hallazgo de la Santa Cruz, compadécete, Señor, de los dolores, tormentos y penas de las Almas del Purgatorio, especialmente de aquellas por quienes hacemos esta Novena.
Compadécete también de los que viven en pecado mortal, y de todos nosotros para que hallando por medio de un verdadero arrepentimiento, el infinito Tesoro de Tu Divina Gracia, que tantas veces hemos perdido por culpa del pecado, podamos bendecirte y alabarte por toda la eternidad de la Gloria. Amén.

LAMENTOS DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Oíd, mortales piadosos,
y ayudadnos a alcanzar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
¡Oh, vosotros, caminantes,
suspended, oíd, parad,
bastará sólo el oírnos
a mover vuestra piedad!
Hoy pide nuestra aflicción
que queráis cooperar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
No hay dolor, tormento, pena,
martirio, cruz ni aflicción,
que lleguen a ser pintura
de nuestra menor pasión;
solo alivia nuestros males
de vuestro amor esperar:
R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Aquí estoy en Purgatorio
de fuego en cama tendido,
siendo mi mayor tormento
la ausencia de un Dios querido,
padezco sin merecer,
por mí no basta alcanzar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
¡Ay, de mí! ¡Ay, Dios severo!,
la llama voraz, activa,
y bien merecido fuego.
¡Ay, conciencia siempre viva!;
ay, justicia, que no cesa,
ay, ¿cuándo se ha de acabar?
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
¡Ay, culpa, lo que me cuestas,
no imaginé tu fiereza,
pues con tal tormento pago
lo que juzgué ligereza!
¡Cielos, piedad; baste, cielos!,
¿cuándo el día ha de llegar?
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Todo lo que aquí padezco
es justo santo y debido,
pues no se purga con menos
haber a un Dios ofendido.
¡Ay, que pude no ofenderte!
¡Ay, que no hay más que esperar!
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Padres, hermanos, amigos:
¿dónde está la caridad?
¿Favorecéis a un extraño.
y para mí no hay piedad?
¡Ea, venga una limosna,
siquiera sea el rogar!
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Hijo ingrato que paseas
tan ricamente vestido,
y a costa de mis sudores
descansas en tanto olvido:
¡Mira a tu padre penando,
y lo puedes remediar!
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Quizá en ti sería arbitrario,
no obligación de justicia;
pues no cumples testamento,
aquí estoy por tu desidia.
Abre los ojos, despierta,
paga, haciendo acelerar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Hermanos en Jesucristo,
los que oís estos suspiros,
si queréis, podéis sacarnos
de estos lóbregos retiros,
a la Virgen y a los Santos
pedidles quieran mediar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
De Getsemaní en el Huerto
Sangre sudó el Redentor,
contemplando, de estas penas,
el gran tormento y rigor:
al Padre Eterno Se ofrece,
no cesando allí de orar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
En vista de tal piedad,
no te olvides, ¡oh mortal!,
de este pío camposanto,
cementerio de hospital;
sigue, pues, la cofradía
que tierna te insta a clamar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Atiende y mira, cristiano,
que en aqueste cementerio
tal vez tus padres y deudos
esperan de ti el remedio;
sufragios y sacrificios
te suplican sin cesar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.
Fieles cristianos, amigos,
dad crédito a estos lamentos,
obrad bien, fuera culpas,
para huir de estos tormentos.
¡Socorro, piedad, alivio!,
concluímos con gritar.
Oíd, mortales piadosos,
y ayudadnos a alcanzar:
  R:   Que Dios nos saque de penas
y nos lleve a descansar.

DÍA SEGUNDO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 2º Día)
Piadosísimo, Señor, tan Liberal y Benigno para con las Almas, que para tener siempre abiertas Tus Divinas Manos para el socorro de sus necesidades, quisiste ser Clavado de Manos y Pies en el Leño Sagrado de la Cruz:
Por aquel dolor que experimentó el Corazón de Tu Santísima Madre al oír los golpes y martillazos de los clavos que traspasaban Tus Sagradas Manos y Pies: Te suplicamos, Señor, extiendas compasivo el infinito Tesoro de la Sangre de Tus Divinas Manos para alivio y socorro de la gran necesidad que por falta de sufragios, padecen las Almas del Purgatorio.
Y a los que de pies y manos estamos esclavos en los errores del pecado, danos, Señor, la Mano de Tu Gracia, para que mediante nuestra penitencia, se mitigue la dureza de Tus Clavos. Concédenos lo que Te pedimos en esta Novena, si es para mayor honra y gloria Tuya y salvación de nuestras Almas. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

DÍA TERCERO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 3º Día)
Misericordiosísimo, Señor, tan inclinado al per-dón de las Almas que exaltado en la Cruz, Mediador entre Dios y los hombres, para alcanzarnos la absolución de las ofensas cometidas contra Ti, la Primera Palabra pronunciada por Tus Labios  fue de perdón para los que Te Crucificaron: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.” (Lc. 23, 34).
Por el dolor grande que padeció Tu Santísima Madre, al pie de la Cruz, al oír las burlas, mofas y ofensas que contra Tu Divina Persona proferían las lenguas de los judíos: Te suplico, Señor, absuelvas a las Almas del Purgatorio del resto de la pena que, por sus pecados, deben pagar en el Purgatorio.
Y a los que, mortalmente han despreciado Tu Divina Persona con su indiferencia o rechazo: Haz, Señor, que con verdadero dolor y lágrimas, la primera palabra que pronuncien sus labios sea para pedirte el perdón de sus pecados. Y para lograr lo que deseamos conseguir con esta Novena que acertemos, Señor, a pedirte sólo lo que sea para mayor honra y gloria Tuya y provecho de nuestras Almas. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

DÍA CUARTO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 4º Día)
Rey Supremo, Señor de los Cielos y Tierra, tan Compasivo con los dolores y sufrimientos de las Almas que al ver desde el majestuoso Trono de la Cruz, toda la tribulación y angustia que con tanta resignación  padecía por sus pecados el buen ladrón en el patíbulo de la cruz, la Segunda Palabra que pronunciaste fue prometerle la dicha y felicidad de Tu Compañía en el Cielo: “Yo te aseguro: Hoy estarás Conmigo en el Paraíso.” (Lc. 23, 43).
Por el profundo dolor que sintió Tu Madre al pie de la Cruz al ver teñido de rojo por Tu Divina Sangre, Su Manto Sagrado: Te pido, Señor, Te acuerdes de las Almas del Purgatorio para que en vista de la paciencia y resignación con que sufren esos dolores y penas, las lleves a gozar las delicias de Tu Compañía en la Gloria.
Y a los que por nuestros pecados merecemos padecer de las penas eternas danos, Señor, como a Dimas contrición y lágrimas de verdadera penitencia. Concédenos lo que Te pedimos en esta Novena, si ha de ser para gozar de Tu Compañía por toda la eternidad en el Paraíso de la Gloria. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

DÍA QUINTO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 5º Día)
Divino Consolador de las Almas, que al con-templar desde el patíbulo de la Cruz la profunda tristeza que padeciera Tu Amabilísima Madre, faltándole Tú, único Consuelo, Gozo, Descanso y Alivio de Sus Penas, antes de apartarse de Tu Vista  por la Muerte, la Tercera Palabra que profirió Tu Santa Boca fue encomendarla a la custodia de Tu amado discípulo Juan, para que Le sirviese de alivio en Sus Dolores y consuelo en Sus Aflicciones: “Mujer, ahí tienes a Tu hijo.” (Jn. 19, 26).
Por el cruento Dolor que sintió el Corazón de esta Soberana Señora, al ver que se Le cambiaba al Maestro por el discípulo, al Creador por la criatura, al Hombre-Dios por el puro hombre: Te suplico, Piadosísimo Señor que, en vista de la más intensa de las penas, y del gran desconsuelo que por verse ausentes de Ti, padecen Tus queridas Almas del Purgatorio, las consueles con la alegría de gozar de Tu Vida por eternidades en el Cielo.
Y a los que para gozar de las delicias de las criaturas, voluntariamente se apartan de Ti por el pecado haz que, con verdadero dolor, aflicción y pena, lloren amargamente Tu ausencia. Déjalos a la protección y amparo de Tu Soberana Madre, para lograr lo que Te pedimos en esta Novena, si ha de ser para verte por toda la eternidad de la Gloria. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

DÍA SEXTO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 6ª Día)
Divino Asilo y Amparo de las Almas, que colgando en el Leño de la Cruz, combatido por fortísimos dolores, tormentos y penas por espacio de tres horas, al verte tan olvidado y desamparado, sin consuelo, alivio, ni socorro de la Tierra ni del Cielo, en medio de tanto Dolor, Te quejaste al Eterno Padre en la cuarta Palabra diciéndole: “¡Dios Mío, Dios Mío! ¿Por qué Me has abandonado?” (Mt. 27, 46).
Por el gran Dolor que sintió Tu Santa Madre al ver que aunque tan cerca de Ti, no podía aliviar Tus Penas: Consuela, socorre y ampara, Piadosísimo Señor, a las Almas del Purgatorio, ya que por verse tan olvidadas y desamparadas de los mortales, se quejan de los  tormentos y penas del Purgatorio.
Y a los que por nuestras culpas merecemos ser olvidados de Ti, asístenos, Señor, y ampáranos para que con la ayuda y socorro de Tu Gracia, lloremos amargamente nuestros pecados. Que alcancemos, Señor, el asilo de Tu Divina Misericordia y logremos lo que Te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria Tuya, y salvación de nuestras Almas. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

DÍA SÉPTIMO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 7º Día)
Omnipotente y Soberano Señor, tan ansioso por el bien y la salud de las Almas, que al ver desde la altura de la Cruz, el desprecio que habrían de hacer los mortales a la eficaz Medicina de Tu Preciosísima Sangre, para el recobro de la salud perdida, manifestaste al mundo en la quinta Palabra que profirieron Tus Sagrados Labios, la ardiente sed de salvación que Te afligía: “Tengo sed.” (Jn. 19, 28).
Por el gran dolor que sintió Tu Santísima Madre al ver la crueldad de los verdugos que en vez de agua Te dieron a beber hiel y vinagre: Te suplico, Señor, apagues con el refrigerio de Tu Divina Sangre la sed grande que padecen las Almas del Purgatorio, por los ardores de las voraces llamas en las que se purifican.
Te pido también por nosotros, que enfermos por el pecado, hemos menospreciado ese Remedio eficaz para el recobro de nuestra salud: Haz, Señor, que verdaderamente arrepentidos, enmendemos nuestras culpas mediante la penitencia, para que se encienda más y más en nosotros la sed de nuestra salvación. Que merezcamos conseguir de Tu Divina Misericordia, lo que Te pedimos en esta Novena, si ha de ser para beber las saludables aguas de la Vida Eterna. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

DÍA  OCTAVO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 8º Día)
Benignísimo Padre y Redentor de las Almas, que habiendo satisfecho de todo rigor de Justicia al Eterno Padre con el Precio infinito de Tu Divina Sangre, derramada en el Árbol de la Cruz; y como el hombre no podía satisfacer la deuda que por su culpa contrajo, exclamaste diciendo en la sexta Palabra: “Todo está cumplido.” (Jn. 19, 30). Porque ni había más que satisfacer, ni tenías más que padecer. Por el Dolor grande que sintió Tu Santísima Madre al verte Llagado de Pies a Cabeza en la Agonía de la Cruz: Haz, Misericordiosísimo Señor, que satisfecha ya Tu Divina Justicia, con el valor de los sufragios y sacrificios que Te ofrece la piedad cristiana, dejen ya de padecer las Almas del Purgatorio todos sus  dolores, tormentos y  penas.
Y a los que hemos sido mortalmente gravados con la deuda del pecado: Haz, Piadosísimo Señor, que con el valor de Tu Gracia podamos satisfacer la deuda en la tabla de la penitencia. Que logremos, Señor, de Tu Divina Misericordia, lo que Te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria Tuya, y satisfacción de nuestros pecados. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

DÍA NOVENO
(Dicha la Oración Inicial se Considera el 9º Día)
Divino Glorificador de las Almas que concluidos los Dolores, Tormentos y Penas de la Cruz, estando ya para expirar y en Agonía de Muerte, esforzando la Voz, dijiste en la Séptima y última Palabra: Padre, en Tus Manos pongo Mi Espíritu,” (Lc. 23, 46). Y después, cuando inclinaste la Cabeza y expiraste, Te manifestaste en el Seno de Abraham, para glorificar con Tu Divina Presencia a las Almas del Purgatorio. Por el Dolor de los Dolores que penetró el Corazón de Tu Soberana Madre al ver apagada la Luz de Tus Ojos con la Muerte: Te encomendamos, Señor, las Almas del Purgatorio para que, concluidos y acabados ya sus dolores, tormentos y penas, las recibas en Tus Manos y las lleves a contemplarte  por toda la eternidad en el Cielo.
Y a los que tantas veces han intentado quitarse la vida por sus culpas: Haz, Piadosísimo Señor, que verdaderamente arrepentidos, digan en la hora de la muerte: “Padre, en Tus Manos pongo Mi Espíritu.”  Que logremos, Señor, lo que Te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria Tuya, y salvación de nuestras Almas. Amén.
  • La Novena concluye con la Oración Final y los Lamentos de las Almas del Purgatorio.

EL PADRE NUESTRO POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Santa Matilde, Alemania (1241-1299)
Padre Nuestro que estás en el Cielo. Te ruego Eterno y Misericordioso Padre: Perdona a las Almas del Purgatorio que Tú Mismo has acogido como criaturas Tuyas, si ellas no Te han amado, Te han rechazado o no Te han rendido el honor que Te es debido. En expiación, Te ofrezco todo el Amor y la Bondad de Tu Hijo Amado, Jesucristo.
Santificado sea Tu Nombre. Te ruego Eterno y Misericordioso Padre: Perdona a las Almas del Purgatorio que no han glorificado Tu Santo Nombre y que con frecuencia Lo han pronunciado indignamente y con ligereza. En expiación, Te ofrezco todas las enseñanzas con las cuales Tu Hijo Amado, Jesucristo, ha glorificado en esta Tierra Tu Santo Nombre.
Venga a nosotros Tu Reino. Te ruego Eterno y Misericordioso Padre: Perdona a las Almas del Purgatorio que no han deseado con amor ardiente Tu Santo Reino. En expiación, Te ofrezco el poderoso Deseo de Tu Hijo Amado, Jesucristo, que todos seamos asumidos en Tu Santo Reino.
Hágase Tu Voluntad en la Tierra como en el Cielo. Te ruego Eterno y Misericordioso Padre: Per-dona a las Almas del Purgatorio que no se han sometido a Tu Santa Voluntad y que muchas veces han actuado según su querer. En expiación, Te ofrezco el Corazón Manso y Humilde de Tu Hijo Amado, Jesucristo y Su gran Sumisión.
Danos hoy nuestro pan de cada día, y perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Te ruego Eterno y Misericordioso Padre: Perdona a las Almas del Purgatorio su pesada abundancia de culpas, cuando no han amado a sus enemigos y no han querido perdonar. En expiación, Te ofrezco las Palabras de Tu Hijo Amado, Jesu-cristo, sobre la Cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.” (Lc. 23, 34).
No nos dejes caer en la tentación. Te ruego Eterno y Misericordioso Padre: Perdona a las Almas del Purgatorio que no han opuesto alguna resistencia en las grandes tentaciones, cediendo a las seducciones del maligno. En expiación, Te ofrezco la Obediencia, los Trabajos agotadores y todo el Sufrimiento y Muerte de Tu Hijo Amado, Jesucristo.
Líbranos del mal. Te ruego Eterno y Misericordioso Padre: Perdona a las Almas del Purgatorio y llévalas junto a Tu Hijo Amado, Jesucristo, en el Reino de Tu Gloria, donde Tú vives por siempre. Amén.

[1]     R.P. Stéfano Gobbi, ‘A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen’.